Ecolavado Lavado en Seco a Domicilio

 

Las cosas te durarán más si las cuidas y las tratas bien y los carros no son la excepción que confirma la regla, ni mucho menos. Puede que tener el carro descuidado, o no prestar atención a cómo funcionan determinados componentes pueda parecer un asunto trivial, pero no lo es, algo que parece inofensivo puede convertirse, con el paso del tiempo, en un verdadero problema.

 

1. Retrasar el mantenimiento

 

Puede que duela gastar dinero en el taller, pero el mantenimiento de tu carro es vital para su longevidad. El mantenimiento regular incluye el cambio de aceite y los filtros, así como los líquidos. Cada fabricante del vehículo especifica una rutina de mantenimiento diferente, que puedes encontrar en el manual del propietario.

No cabe duda de que requiere invertir algo de tiempo y dinero, pero es una minucia cuando lo comparas con lo que cuesta un nuevo motor o la transmisión.

Conducir con neumáticos gastados o con mala presión hemos separado a los neumáticos porque merecen una atención especial. Forman parte del triángulo de seguridad del carro y son claves ya que es el único punto del carro que tiene contacto directo con el suelo. Por eso no debes arriesgarte a circular con neumáticos gastados. Si revienta un neumático mientras conduces puedes perder el control de su vehículo y tener un accidente grave. Y si conduce un vehículo con llantas lisas en la lluvia, el riesgo de aquaplaning se multiplica. Sí, son caros (sobre todo si tienes un SUV o tu carro monta llantas muy grandes), pero cuesta menos que un carro… o una vida.

 

2. No hacer caso a las luces de advertencia del tablero

 

Cuando un indicador se enciende en el tablero de instrumentos, es importante abordar el problema de inmediato. Si no sabes lo que significa la luz, compruebe el manual del propietario o llama a tu mecánico. Algunas luces de advertencia del salpicadero pueden alertarle a algunos problemas muy graves, como una fuga de refrigerante, que pueden hacer que el motor se sobrecaliente. Una reparación preventiva a menudo evita que el problema vaya a mayores.

 

3. No limpiar el carro

 

Sin el cuidado y la atención apropiados, incluso la mejor pintura se volverá pálida y descolorida por la acción de contaminantes industriales y del tráfico o la lluvia ácida. Aunque los muy puristas siempre te recomendarán lavarlo a mano, normalmente en ese lavado se gasta menos agua que en los autolavados…  lo que acaba llenando el agua de suciedad y provocando un sinfín de arañazos minúsculos. Ojo, decimos autovalado y no las estaciones de lavado de grandes rodillos.

Hay situaciones en los que una limpieza es más importante, en verano, es clave proteger el carro del sol de forma adecuada.

Al llegar del viaje, procura limpiar el carro cuánto antes. También conviene tener un interior limpio y una limpieza del motor.

 

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4. Realizar una conducción agresiva

 

Dar acelerones no ayuda a ganar tiempo y tiene efectos negativos sobre tu carro. Se consume más, se calienta en exceso el motor y los neumáticos se desgastan. Este tipo de conducción no acabará con tu carro inmediatamente, pero hará que el motor, la transmisión y el sistema de frenos se deterioren mucho más rápidamente de lo previsto. Los carros que han sido abusados ​​tendrán fugas de líquido prematuras, juntas rotas y otros problemas mecánicos. Y ni hablar de arrancar haciendo patinar las ruedas motrices. Es un gasto inútil de gasolina y de ruedas, además de que daña innecesariamente la transmisión,  el embrague, la caja de cambios y el diferencial.

 

Evita también conducir con el motor a muchas revoluciones. Aumenta el consumo y puede provocar sobrerrégimen (pasar de vueltas al motor). Esto implica una reparación muy costosa. Esta conducción también castiga el embrague, la transmisión y la caja de cambios.

 

Para cuidar un motor con turbo vigila su engrase y el nivel de aceite. No acelere con brusquedad, ni busques la máxima potencia con el motor en frío. Tras un viaje largo, déjelo unos minutos al ralentí para que el circuito de aceite refrigere el eje del turbo.

 

5. Conducir demasiado tranquilo

 

Hoy en día, los avances han hecho que podamos disfrutar de carros potentes con un elevado par motor. Debido a ello, es habitual viajar en marchas largas a muy pocas revoluciones… pensando en ahorrar combustible. Pero la conducción eficiente puede dañar el carro si no la realizas de forma adecuada.

 

Por ejemplo, subir un puerto a bajas revoluciones en quinta o sexta puede resultar más perjudicial para el motor que el exceso de revoluciones. El motivo es que la mecánica trabaja sin vueltas suficientes para llegar a su par máximo, donde se da la mejor relación consumo-potencia. Como te explicamos en cómo conducir de forma eficiente sin dañar el carro.

En el caso de los carros diésel esta conducción lenta puede afectar a la válvula EGR, que acumula más carbonilla y reduce su vida útil a la mitad, o el filtro de partículas (de ahí que el mantenimiento de carros diésel sea más alto).  Los motores de gasolina tampoco son la panacea para esto, pues yendo muy despacio se daña el catalizador (que se convierte en un depósito de carbón)…

Además, cada vez es más común que monten turbo, una pieza fantástica… pero delicada (sobre todo si no se enfría convenientemente tras un viaje largo), para que el sistema de refrigeración y la propia circulación de aceite enfríen el turbo, lo que reduce el riesgo de avería en más de un 90%.

 

6. Arrancar el carro como si no hubiera mañana

 

Cuando arrancas el carro por las mañanas, sobre todo en invierno, calentar el motor con fuertes acelerones es una mala idea. El aceite y los componentes aún no han alcanzado la temperatura ideal… y al estar menos protegidos acelerarán el desgaste en el motor del vehículo.

 

Tal y como te recordábamos en nuestros consejos para arrancar el carro en frío, espera unos segundos para que el aceite llegue al circuito y luego acelera siempre de manera progresiva.

 

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7. Abusar del embrague.. y apoyarse en la palanca del cambio

 

El embrague es uno de los elementos más castigados del automóvil. Como funciona por fricción, sufre desgaste cada vez que se pisa. Por eso no hay que apoyar el pies en él sin necesidad (se produce un sobreesfuerzo que afecta al disco y a todas las piezas que actúan sobre él).

 

Otra mala costumbre es utilizar la palanca de cambios como apoyabrazos. Sin saberlo, estás presionando los mecanismos internos del cambio, lo que desgasta y provoca holguras en sincronizadores, rodamientos… A largo plazo se traduce en vibraciones y que el engranaje de las marchas sea más impreciso. Ya sabes, usa la palanca solamente para cambiar de marcha… y mejor hazlo con suavidad. Y en cambios automáticos, nunca intentes arrancar empujándolo (utiliza las pinzas), ni circules en punto muerto. Solamente conseguirás estreopearlo.

 

8. Utilizar los frenos demasiado… o no hacerlo

 

Pisar el pedal del freno demasiado tiempo puede acelerar el desgaste de los discos y pastillas, deformar los discos, que se creen vibraciones en el volante al frenar y deteriorar el líquido de frenos, haciendo que el sistema de frenos tenga menos resistencia a la fatiga. Como te contábamos en nuestros consejos para subir y bajar puertos de montaña, utiliza el freno de motor bajando de marcha. Así conservarás los frenos y podrás controlar mejor el carro. Y, por último, no apures demasiado las pastillas y zapatas.. Cambiarlas es mucho más barato que renovar el conjunto de discos y tambores.

 

9. Mover la dirección con el carro parado

 

Evita manipular la dirección con el carro parado. Piensa en que, como poco, sobre neumáticos, ruedas y suspensión hay una tonelada de peso… las gomas pueden deformarse y las suspensiones desequilibrarse, con rodamientos dañados. Además, puedes desgastar la cremallera de la dirección, con lo que la conducción sufrirá holguras. Cierto es que ahora la gran mayoría de los carros cuentan con dirección asistida, en los que este problema no es tan grave… pero en ellos no deberías nunca girar el volante hasta el límite. Si lo haces fuerzas el mecanismo (la bomba de la dirección pica en vacío) y se estropeará antes.

 

Llegados a este punto, no podemos pasar por alto a quienes suben bordillos con el carro para aparcar. A veces es inevitable (todos lo hacemos). Procura subir por la zona baja y despacio, pues puedes deteriorar los reglajes de suspensión y acabar desequilibrando llantas y neumáticos, ocasionando vibraciones en el volante. Y a la hora de aparcar, si los neumáticos no tocan el bordillo, mejor. Esos “pellizcos” contra el hormigón desgastan mucho las gomas y es más fácil que  se produzcan reventones, además de dañar los rodamientos.

 

10. Conducir con el carro en reserva

 

 

Sí, tu carro es capaz de moverse con menos de cinco litros de combustible en el depósito, pero no le gusta nada a la bomba de combustible. Este elemento (en automóviles con inyección electrónica) está sumergido en el tanque, por lo que debe haber combustible suficiente para garantizar la lubricación y el enfriamiento de la bomba. Así que procura que el carro no circule en reserva, ya que la bomba puede quedar desprotegida.